FICHA TÉCNICA
Título: Bésame mucho
Autor: Carlos González
Editorial: Angle Editorial
Año de publicación: 2013
GONZÁLEZ CONTRA ESTIVILL, O EMPATÍA CONTRA DESAPEGO
Para quien no conozca a
Carlos González, le diría que es un pediatra partidario del piel con piel con
el bebé, y que su libro más conocido trata sobre lactancia materna: “Un
regalo para toda la vida”. Sin embargo, el libro que reseñaré, Bésame
mucho, habla sobre el cuidado infantil en general.
González defiende una
crianza en la que se tienen muy en cuenta las necesidades de los niños, y
ofrece un enfoque muy diferente al de los modelos culturales aceptados
actualmente en la sociedad occidental. Por ejemplo, desmonta la creencia que
los niños duerman en la misma cama que los padres es malo para estos, y que
además se les esté malcriando. También pone en tela de juicio muchas de las
convicciones populares como que si llevas al bebé mucho tiempo en brazos se mal
acostumbrará pues también lo estarás consintiendo demasiado.
Este pediatra es un gran
detractor de lo que se llama “mano dura”, de poner límites a los niños o de
castigarlos.
Por otro lado, es más
fácil que hayas escuchado hablar del doctor Estivill y su método, que
revolucionó hace unos años el mundo de la crianza de los niños con sus ideas
sobre cómo hacer dormir a los bebés. De hecho aún seguimos bajo su estela, pues
he escuchado a más de una madre, hoy en día, hablar bien de él.
No puedo criticar en
profundidad a este doctor porque no me he leído un libro entero de él, solo
algunas citas y los parámetros generales de su método. Pero con decir que él
mismo se ha retractado de sus ideas, copiadas de un tal Ferber, y que no las ha
aplicado ni siquiera a sus propios hijos, creo que es suficiente.
¿Porqué hablo de Estivill?
Para situar ideológicamente a Carlos González. Es su antagónico. Exagerando
términos, y más que nada para ubicar a González, Estivill en comparación sería
una especie de sádico sin moral, pues dice que hay que dejar llorar a los niños
hasta que no tengan más fuerzas y se resignen.
El pediatra Gonzalez, sin embargo, si lo comparamos con Estivill, sería un hippie colgado, pues aboga por el amor y el colecho para hacer dormir a los bebés, quizás a costa de la paciencia y salud mental de los padres.
BÉSAME MUCHO
El libro en sí está muy
bien desde el punto de vista que te ofrece una perspectiva distinta de la que
seguramente tenías sobre todo el tema relacionado con la crianza de tu bebé, y
te hace reflexionar y poner en duda muchísimos aspectos anteriormente dados por
hecho.
Algunos ejemplos o puntos
que me han llamado la atención – aunque hay muchos más - serían los siguientes:
1 - No existen niños
malos. ¿Es que un bebé puede ser malo? ¿Qué es comportarse bien? ¿No llorar
mucho? ¿Si llora mucho ya es malo? ¿Por qué? Personalmente, el solo hecho de formular
estas preguntas ya me resulta estimulante para aceptar nuevas ideas.
González dice que
googleando “los niños son crueles” salen infinidad de entradas, pero cuando las
palabras son “los niños son comprensivos” no aparece ni una sola.
Entonces que haya un
autor que defienda de esta manera a los niños como buenas personas, es algo
necesario para compensar esta asociación generalizada de niño a algo negativo,
que se porta mal o que es “cruel”. En contraposición a numerosos expertos que
hablan sobre las malas conductas y problemas de los niños, dando por hecho que son
crueles, nos manipulan, son egoístas, celosos, etc. Defiende que los niños son:
·
Desinteresados (pues
muchas veces no lloran por tener hambre, sed, por frío o porque se han cagado o
meado, simplemente quieren el amor de la madre)
·
Generosos
·
Ecuánimes
·
Saben perdonar (las
veces que los hijos perdonan a los padres son las mismas que las que éstos los
riñen o critican)
·
Valientes
·
Diplomáticos (pues dentro
de sus prioridades está el jugar o ser feliz, y por ello se olvidan de
enfrentamientos o riñas con otros niños o padres, eso les hace ser diplomáticos
y desencallar con naturalidad situaciones conflictivas)
·
Sinceros (estamos
todos de acuerdo que el disimulo, la astucia y el engaño no forman parte del
lenguaje emocional de los niños, más bien al contrario)
·
Sociables (a diferencia
de algunos adultos, son capaces de hacer amigos sin importar forma de vestir,
raza o nivel social de éstos)
·
Comprensivos
2- La separación de un
bebé de su madre puede llegar a ser muy perjudicial para la salud emocional
tanto de la madre como la del bebé, en cualquier sentido. Plantea que
porqué tiene que estar bien visto escaparse un fin de semana en pareja y sin el
hijo y en cambio escaparse sin la pareja y con el bebé es prácticamente
inconcebible desde el punto de vista de la aprobación social.
3- Relacionado con el
último punto sobre la separación de madre y bebé, la cama familiar o el
colecho no tienen porqué ser nocivos.
- No causa problemas psicológicos, y que tampoco hay ningún estudio científico que pruebe que los cause
- No causa problemas psicológicos, y que tampoco hay ningún estudio científico que pruebe que los cause
- No provoca la muerte súbita.
De hecho en Japón, donde la práctica del colecho es algo habitual, la muerte
súbita es un hecho bastante infrecuente.
4- El establecimiento de límites a lo mejor no es algo tan bueno para el niño como nos han hecho creer siempre. Vivimos en una sociedad en la que ya de por sí se les ponen (y nos ponen) límites constantemente: hay que levantarse pronto, ir al colegio, ponerse ropa que no les gusta, comer comida que no les gusta, lavarse los dientes, sentarse con la espalda recta, hacer los deberes, no poder tener el juguete que tiene el vecino, no comer chucherías… El mundo de los niños está lleno de límites. Ponerles más igual es pasarse un poco según el autor. Hacer alguna concesión de vez en cuando puede ser muy sano para el niño desde un punto de vista emocional, pues se queda con la sensación que a veces, puede salirse con la suya.
4- El establecimiento de límites a lo mejor no es algo tan bueno para el niño como nos han hecho creer siempre. Vivimos en una sociedad en la que ya de por sí se les ponen (y nos ponen) límites constantemente: hay que levantarse pronto, ir al colegio, ponerse ropa que no les gusta, comer comida que no les gusta, lavarse los dientes, sentarse con la espalda recta, hacer los deberes, no poder tener el juguete que tiene el vecino, no comer chucherías… El mundo de los niños está lleno de límites. Ponerles más igual es pasarse un poco según el autor. Hacer alguna concesión de vez en cuando puede ser muy sano para el niño desde un punto de vista emocional, pues se queda con la sensación que a veces, puede salirse con la suya.
5.- No está de más
pedir perdón a un hijo si nos hemos equivocado en algo. No somos perfectos,
nos equivocamos y a veces pedir perdón es lo más lógico, eso no hará que nos
respeten menos o que perdamos imagen de autoridad, al contrario: nos respetarán
más porque nos entenderán y les ayudaremos a tener más inteligencia emocional.
6.- La frase “una
buena torta a tiempo” es sinónimo de justificar el maltrato infantil. En
esto estoy totalmente de acuerdo con el autor, y que en pleno 2015 se tenga que
defender que pegar a un niño es maltrato y abuso de poder me parece muy
lamentable, porque se tendría que dar por hecho.
7.- Obligar a hacer
las necesidades a los niños cada tiempo determinado o cuando nos venga bien a
nosotros es antinatural. Los niños no son robots y si no cagan o hacen pis
cuando queremos no tienen la culpa, son como nosotros: seres humanos. Igual que
si les quitamos los pañales pueden tardar en acostumbrarse a no hacerse pis o
caca encima. Son cosas que pasan.
He resumido el libro en estas siete afirmaciones, hay muchísimas más, pero estas son las que más me han impactado. Todas ellas, si leemos lo que está subrayado, contradicen lo que seguramente se suele decir de los niños, pero, a mi parecer, todas ellas están bien argumentadas y me parecen de lo más lógicas.
He resumido el libro en estas siete afirmaciones, hay muchísimas más, pero estas son las que más me han impactado. Todas ellas, si leemos lo que está subrayado, contradicen lo que seguramente se suele decir de los niños, pero, a mi parecer, todas ellas están bien argumentadas y me parecen de lo más lógicas.
En realidad vivimos en un mundo en el que cuando
a un niño se le dan abundantes muestras de cariño, está muy pegado a la madre y
se le duerme en brazos siempre, se le hace mucho caso, se le dan mimos
constantemente o se juega habitualmente con él, se dice que se le está
consintiendo. Precisamente todo esto es lo que González dice que se debe hacer
con los bebés: lo que socialmente se dice consentirlos. ¿Que está mal visto?
Puede ser. ¿Que eso es bueno para los niños? Para González, sí.
En resumen, me parece
muy bien que, en contraposición a tanta literatura y creencias basadas en el
concepto de “mano dura”, establecimiento de límites y demás aspectos parecidos,
existan pediatras que nos hagan ver a los niños y bebés como lo que son (ahora
viene el momento cursi de la entrada): seres llenos de amor y bondad.
También pienso que
ayuda a ver y tratar a los niños (no solo a los hijos propios) desde otra
perspectiva, más comprensiva y con más empatía hacia ellos.
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